SIGLO XX

En los años anteriores a 1910, las contradicciones de la economía porfiriana se empezaron a manifestar en una crisis cuyos efectos se padecieron en todos los rincones y por todos los campos sociales del país. Esto, aunado a los problemas que el ferrocarril a Tenango trajo al comercio calimayense, hicieron que las desigualdades sociales del pueblo empezaran a expresarse en un tono notorio de violencia; sin embargo, al iniciar 1910, nadie parecía sospechar en Calimaya que en el mes de noviembre el país empezaría la guerra civil.
Según relata en su diario don Manuel de la Serna, "€œla primera parte de aquel año estuvo repleta de acontecimientos significativos para nuestra pequeña comunidad. En el orden económico se vivían aún los efectos de la feroz nevada que en 1909 había arruinado las cosechas; aunque, en marzo de 1910, todos estaban atentos al festín que el ayuntamiento daba a los jefes políticos de Tenango del Valle y de Toluca por la ayuda que habían dado para dotar de agua a varios poblados de la comunidad".

En síntesis, aunque el calimayense no tuvo una participación importante en el movimiento revolucionario, Calimaya al igual que los poblados mexicanos, tuvo años de verdadera angustia, propiciados por la guerra civil que sacudió al país.

El problema más terrible que vivió Calimaya al despuntar la década siguiente, fue que su efímero desarrollo comercial se truncó por los adelantos de la tecnología, especialmente la generación del uso del automóvil y la construcción de nuevas carreteras. Cuando el tren a Tenango desapareció y se abrió la carretera a Ixtapan de la Sal, los camiones y automóviles empezaron a surtir lo que demandaban los mercados de Toluca de las tierras del sur. Los arrieros dejaron de existir y la distancia que había de la nueva carretera a la cabecera municipal ocasionó que nadie más visitara Calimaya, ni siquiera para tomar un refresco o deleitarse con el paisaje.

Una de las medidas políticas que vino a amainar un poco la crisis económica y social, fue el reparto agrario que se efectuó con las tierras de las haciendas comarcanas. El 4 de octubre de 1930 el gobernador del Estado de México, con aprobación de la Presidencia de la República, dio resolución a las demandas de Zaragoza dotando a este poblado con terrenos de la hacienda del Veladero. Era una superficie de 1,362 hectáreas divididas de la siguiente manera: 98 hectáreas de temporal de primera y 1,362 de monte. 

San Francisco Putla también recibió terrenos del Veladero, pero se le negó la restitución de bienes comunales porque no tenían títulos antiguos. Santa María Nativitas obtuvo 500 hectáreas de tierras ejidales de la hacienda de Zacango, pero también se le negó la tierra comunal por las mismas razones que a Putla. San Andrés Ocotlán recibió terrenos ejidales del rancho del Mesón y de la hacienda de la Esperanza. Los de la Huerta recibieron terrenos ejidales del Veladero y se les negó el derecho, por falta de legitimidad, de tierra comunal. San Bartolito recibió su ejido de la hacienda de Atenco, San Marcos y San Lorenzo se quedaron sólo con su propiedad privada.

 

Bibliografía:

  • Loera Chávez, Margarita y Federico García García. Monografía Municipal. Calimaya, 1999.
  • Loera Chávez, Margarita. Monografía municipal de Calimaya 1992, H. Ayuntamiento de Calimaya, Calimaya, 1992.

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